-
Introducción, Subgéneros y Padres de la Ciencia Ficción 9
Bienvenido al curso de ciencia ficción. Prepárate para lecturas e historias apasionantes.
-
Conferencia1.1
-
Conferencia1.2
-
Conferencia1.3
-
Conferencia1.4
-
Conferencia1.5
-
Conferencia1.6
-
Conferencia1.7
-
Conferencia1.8
-
Conferencia1.9
-
-
Edad de Oro de la Ciencia Ficción 8
En esta sección tenemos los pilares de la ciencia ficción clásica.
-
Conferencia2.1
-
Conferencia2.2
-
Conferencia2.3
-
Conferencia2.4
-
Conferencia2.5
-
Conferencia2.6
-
Conferencia2.7
-
Conferencia2.8
-
-
Edad de Plata de la Ciencia Ficción 8
Autores que llevaron a la ciencia ficción a un siguiente nivel, por su calidad, imaginación e ideas.
-
Conferencia3.1
-
Conferencia3.2
-
Conferencia3.3
-
Conferencia3.4
-
Conferencia3.5
-
Conferencia3.6
-
Conferencia3.7
-
Conferencia3.8
-
-
Distopías pesimistas 4
Las distopías son apasionantes, ¡sumérgete en sus historias!
-
Conferencia4.1
-
Conferencia4.2
-
Conferencia4.3
-
Conferencia4.4
-
Este contenido está protegido, por favor accede y matricúlate al curso para ver este contenido.
Siguiente
Leer – Julio Verne
1 Comentario
– Todo estará bien, es un procedimiento de rutina – Daniela se repitió la frase en un intento de darse confianza. Estaba en la sala de espera de un consultorio médico, esperando con creciente ansiedad a que llegara su turno. Ya llevaba varios minutos sentada en la sala y de vez en cuando veía a algún paciente que salía de consulta. Le daban la impresión de estar desorientados. Verlos no la ayudaban a calmar sus nervios.
– Señorita Gallegos, Daniela Gallegos – un enfermero había asomado por una de las puertas y pronunciado su nombre. Su corazón se aceleró y por un momento consideró salir corriendo de ese lugar.
– Turno 346, señorita Daniela Gallegos – repitió el enfermero en voz más alta. Daniela apretó la cartera en su regazo. Conseguir cita para ese consultorio médico no era nada fácil. El tratamiento era caro, pero bastante demandado. Había personas que esperaban durante meses. A ella se le habían agilitado las cosas por pertenecer al partido de los blancos y por la ayuda que algún contacto en el hospital le había brindado. Sabía que no debía perder esta oportunidad.
– Daniela Gallegos, ¿está la señorita Gallegos presente? – la voz del enfermero se tornó impaciente. Daniela consideró una última vez la posibilidad de no contestar y huir de aquel lugar.
– Soy yo –
La doctora Menéndez la recibió con una sonrisa que acentuaba las arrugas alrededor de sus ojos. Daniela decidió que eso le daba un aspecto más siniestro.
– Señorita Daniela Gallegos, afiliada al partido de los blancos, con carnet número XU-3247- dijo la doctora mientras veía la pantalla de su computadora, – ¿Es correcta la información? –
Daniela asintió automáticamente.
– Estuvo presente en la marcha contra el partido de los azules de hace unas semanas y fue testigo de la muerte de un compañero a su lado – la doctora había pronunciado la frase sin alterar el tono de su voz, pero dirigiéndole una mirada escrutadora. A Daniela no le gustó ese gesto, pero tampoco pudo responder al formársele un nudo en la garganta. Bajó su mirada y trató con todas sus fuerzas que las memorias no volvieran a su mente. Pasaron algunos segundos de un incómodo silencio. Al otro lado de la habitación un par de enfermeros alistaban el equipo para la intervención quirúrgica.
– Ya entiendo, por eso está aquí señorita – la doctora Menéndez adoptó un tono que trataba de aparentar comprensión y empatía con su paciente – quiere olvidar el incidente de la muerte de su compañero –
– Si doctora – era la primera vez desde que entrara al consultorio que Daniela lograba conectar un par de palabras sin que le temblara la voz – tengo pesadillas todas las noches desde hace semanas y no es la forma en que quiero recordar a mi amigo –
– De acuerdo señorita – la doctora volvió a sonreír – nada más fácil –
Abrió un cajón y sacó una botella que contenía un líquido transparente. – Tómeselo todo. Esta fórmula hará aflorar los recuerdos –
– Pero si yo quiero eliminarlos – protestó una indignada Daniela.
– Déjeme explicarlo señorita – dijo la doctora mientras hacía un gesto con las palmas hacia abajo, con ánimo de calmar a su interlocutora – para que pueda eliminar el recuerdo es necesario que localice las regiones del cerebro que lo almacenan. Esta medicina favorece el proceso y luego yo puedo intervenir con los equipos que mis asistentes están terminando de preparar –
Daniela no estaba tranquila con la explicación.
– No se preocupe señorita, en la actualidad es un proceso rutinario y probado – La doctora volvió a forzar una sonrisa – cuando usted despierte, no quedará rastro de ese trauma –
– ¡Abajo los azules!
– ¡Abajo! – la contestación de la multitud retumbó entre los edificios de la avenida. Daniela Gallegos estaba en las primeras filas de la concentración que avanzaba hacia la sede de los azules. A su lado iba su amigo Rodolfo. Se habían conocido en la universidad y pronto descubrieron sus gustos comunes por la política. Se hicieron amigos y no pasó mucho tiempo antes que se afiliaran al partido de los blancos. A pesar de sus afiliaciones ideológicas, ambos siempre buscaron las lecturas y palabras de la otra parte, lo que los hizo muy hábiles para debates y conversatorios. Así, avanzaron puestos en el partido y fueron volviéndose caras reconocibles en las reuniones y manifestaciones. Eso, hasta que un día el presidente del país, que también era el líder del partido, hizo un anuncio en televisión.
– Se ha descubierto una conspiración de los azules para derrocar al gobierno de los blancos – decía el presidente con voz grave y emocionada – no podemos permitir que la estabilidad que tanto nos ha costado ganar se pierda, así que hago un llamado a que nos manifestemos contra este atropello –
Los amigos Daniela y Rodolfo no dudaron en responder al llamado del jefe de gobierno y por eso estaban en las primeras filas de la protesta. Ambos gritaban sus consignas cuando se escucharon las primeras armas disparando contra ellos. Pum, pum, pum, pum.
Se desató el pánico y todo el mundo corrió a ponerse a salvo de los proyectiles. Daniela buscó instintivamente la mano de Rodolfo para correr, pero descubrió que ya no estaba a su lado. Entonces advirtió que el cuerpo de su amigo yacía tendido en el suelo. Vio la expresión congelada de su rostro y un agujero en el pecho. Se había ido sin enterarse de nada, así, de repente. Daniela gritó y se arrodilló a su lado. De repente todos los detalles se hicieron difusos y Daniela se dio cuenta que ya no estaba en la calle, sino en una habitación de color blanco en el techo, las paredes y el suelo. Se levantó y se preguntó que hacía allí.
– Todo está bien señorita Gallegos, el recuerdo ha sido borrado –
Daniela tardó en reaccionar, pero luego cayó en la cuenta que quien le dirigía la palabra era la doctora Menéndez.
– ¿He despertado ya? – preguntó con cierta timidez.
– Aún no – la doctora sonrió al decirlo – todavía debemos hacer otra intervención –
– No entiendo, sólo era un recuerdo – Daniela no pudo evitar que cierto pánico se le notara.
– Verá señorita Gallegos, el partido siempre sospechó de las lecturas que usted y su amigo compartían – la doctora levantó las manos en un gesto que trataba de ser tranquilizador – pero mucho me temo que el partido no las autoriza y por lo tanto deberán borrarse de su memoria –
Daniela se sintió palidecer. Ella no había ido para que le quitaran todos esos recuerdos. Todo eso debía ser un error. Debía poder hacerse algo.
– No se preocupe, señorita Gallegos – la doctora acentuó su sonrisa – los libros ya han sido requisados de su casa y de la casa de su amigo y de aquí en adelante usted solo leerá lo que autorice el partido –
A Daniela no le salían las palabras. Sólo notaba un miedo intenso que llenaba cada poro de su ser.
– Y ahora esos recuerdos se irán.
– ¡Nooo! – gritó Daniela, pero entonces los detalles de la habitación se hicieron difusos y su universo se apagó.
Una hora más tarde Daniela Gallegos salía de la consulta médica. La cabeza le dolía un poco, sentía una especie de vacío en su interior y tenía un sabor amargo en la boca por la medicina que le habían dado. Sin embargo, el efecto se le fue pasando en pocos minutos. El día era soleado y ella tenía la tarde libre. Feliz, se encaminó a hacer unas compras, sin recuerdo de lo que había pasado.