¿En qué instruye al lector esta Enciclopedia Mínima? No lo hace entrar en los inagotables tomos de las enciclopedias, sino en la materia concentrada del enigma. Le entreabre puertas a mundos que están prefigurados, pero que el aliento, el pudor o la continencia narrativos dejan sin abrir del todo, y así bastan.
Estos relatos también se extienden, de facto, a espacios remotos entre sí. Aluden a Perú –una Tarma personal, una promiscua calle Huatica–, a la Francia de Van Gogh, a las kisaeng coreanas del siglo XVI y a otros fantasmas de geografía dispersa.
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