Análisis del cuento “Gémini” de G. B. Stern
Estamos frente a un cuento que tiene unos picos potentes respecto de lo que es el cuento extraño y que usa recursos del cuento fantástico y de ciencia ficción, según se lea.
Gemini arranca con el cambio del personaje principal, David Merriman. No sabemos el porqué, pero en el relato ya se siente que algo extraño ha sucedido y sí que hay algo extraño que bordea la locura y la extravagancia en su condición.
Dicen que ha dejado su empleo en la Gaceta. Dicen que se ha convertido en un químico analítico, o algo parecido; que está buscando el elixir de la juventud (…) que se pasa todo el día y la mayor parte de la noche enfundado en su bata, barbudo, llenando y vaciando botellas (…)
Sus amigos, lo visitan para sacarlo de la inacción. Durante la visita de los amigos, a Merriman se lo siente enigmático, calmado, como quien guarda un secreto maravilloso. Y el lector queda enganchado por descubrir ese secreto, al igual que sus amigos. Sin embargo, conforme avanza la historia se siente descontrol y desesperación en Merriman, como un adicto que ha generado resistencia a su droga preferida.
Merriman relata su experimento y todo parecería un relato de ciencia ficción en el cual, por una pócima hecha con un licor húngaro de un pueblo remoto, el personaje viaja (a la “cuarta dimensión” un par de veces); pero de repente tiene contacto con una joven que le dice sin previo aviso, en el cabaret donde había viajado por la pócima:
—Llévame de regreso. Estoy asustada. Me gustas, te quiero, pero estoy asustada.
Este elemento sumamente extraño por lo irruptivo de cómo se ha presentado, recupera el interés en una anécdota que parecía reproducir varias historias leídas en la tradición de la ciencia ficción. Más adelante el lector descubrirá que no tiene repercusión directa en el relato.
La autora no da mayores detalles de cómo se produce el fenómeno del viaje, le basta poner una pócima, seguramente influencia del conocido relato de Mary Shelley, pero en el caso de Gemini se siente que falta explicación para ser verosímil. Tampoco es que importe tanto que se explique el experimento, pero podría haberse buscado una solución que sustente los hechos. Sin embargo, en una lectura total, esto puede dar una posible solución al final suspendido de este cuento.
Más adelante el lector se entera que Carla, la joven con quien se involucró Merriman en el viaje pasado, es la hermana gemela de la que conoce en el segundo viaje, llamada Zena. Un giro que envía bruscamente el tema del cuento y la trama hacia otra parte de donde apuntaba; aunque directamente relacionado con el nombre del cuento Géminis (gemelos), relacionado con Cástor y Pólux en la mitología griega.
El narrador llama a estos viajes “la cuarta dimensión”; es extraño que cuando llega, a nadie le llama la atención su presencia. Este elemento produce extrañeza en el personaje y en el lector.
Después se revela que Carla y Zena son la misma persona. Y desde aquí hasta el final del relato, no bastó el tema del viaje a la “cuarta dimensión”, sino que la autora trabaja el problema de la personalidad de las “gemelas” que en realidad son la misma persona pero el narrador trata como dos. Puede leerse como bipolaridad, esquizofrenia, juego lúdico de Carla o, incluso, como locura de Merriman.
La presencia del extravagante Johnny Carfax, la idea del doble en la mujer del ensueño, el hecho de llevar a Carla al inicio a su escuela, son elementos innecesarios en el relato.
El viaje final, un viaje convencional, por tren de vapor en busca de la amada, es el encuentro con la realidad. El encuentro se había producido solamente por el hechizo del cóctel, es lo que le había permitido viajar. Al final replicar el cóctel le resulta imposible; ¿o no?
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Santiago Peña Bossano
Realizó un máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense de Madrid. Ganador del XL Premio Nacional Aurelio Espinosa Pólit, género ensayo (2015) en Ecuador. Director de edición de Cactus Pink en Quito. Coordina talleres de escritura creativa en Kafka Escuela de Escritores. Ha publicado Estética de la indolencia (2015) y la novela Mindotown (2017).
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