Aspectos a tener en cuenta si quieres escribir
Plantéate el objetivo
Si quieres ser escritor para tener fama, mejor dedícate a otra cosa. Pero si estás dispuesto a experimentar la soledad, el rechazo y el menosprecio y mantenerte firme pese a las circunstancias, lucha por tu sueño. Los escritores están en la sombra haciendo su trabajo apasionadamente, porque son conscientes de que la verdadera recompensa no vendrá por otra vía que no sea producto de la escritura misma. Si no temes a los problemas que pueden desprenderse de tu trabajo, entonces no tengas ningún reparo en hacerlo.
Observa tu entorno
Fijarte en los detalles insignificantes que te proporciona la vida cotidiana puede enriquecer tu escritura. Hay significados ocultos que esperan ser descifrados por ti, pues todo puede ser analizado o interpretado como si fuera un sueño o un sistema de símbolos. De igual modo, fisgar en las vidas ajenas, aunque sea durante el breve tiempo de un encuentro fortuito, puede servirte a la hora de confeccionar historias que merezcan ser contadas. Mientras dejes ir tu imaginación, cualquier idea es capaz de dar con su resolución. Recuerda, todo lo que el mundo desprecia por considerarlo marginal, sucio y horrible, para un escritor representa un tesoro.
Ama el idioma
Es fácil diferenciar a un escritor que desea vender un libro de otro que se esfuerza por escribirlo. Un libro se mide por su calidad. Por eso los escritores que procesan sus emociones antes de expresarlas superan a los que se arrojan ciegamente a comunicarlas.
Valora la humildad
La tarea nunca está acabada para un escritor. Aunque los reconocimientos formen parte de sus logros, nunca deben darse por satisfechos, ya que las reflexiones acerca de la vida nunca se agotan.
El alumbramiento del cuento y las exigencias de la novela
La escritura de un cuento es un proceso análogo al de un embarazo. La cópula, que a veces resulta una experiencia placentera y otras desagradable, es el punto de partida tal como la inspiración le brinda al escritor de cuentos un primer elemento de interés para empezar su trabajo. A partir de entonces, el desarrollo es progresivo hasta que adquiere forma en todos sus aspectos y, una vez definido, se deja trasladar fácilmente, incluso de una sentada, a la página.
La novela, por otro lado, es más trabajosa. Requiere disciplina. Si el escritor no se acostumbra a llevar un ritmo de trabajo, jamás obtiene los resultados esperados. A veces incluso la novela le da el ritmo, pero otras se resiste. Por eso es preferible ponerse una meta diaria, que se mida por la extensión del trabajo y no por el tiempo que le toma hacerlo. Aunque más adelante deseche lo que ha escrito, es importante crear un hábito de escritura.