Escribe una escena de horror doméstico para Halloween. La casa parece viva, pero nadie lo dice. Trabajarás ritmo, focalización y subtexto: lo que no se nombra asusta más. El ejercicio es breve, divertido y medible. Ideal para cuento, novela o guion en clave inquietante. Sin monstruos literales ni sustos gratuitos.
Qué trabajarás
- Ritmo: alterna silencios y golpes sonoros para sostener la tensión.
- Focalización interna: sigue una mente sesgada; evita omnisciencia.
- Subtexto: sugiere amenaza con objetos y sombras, no con explicaciones.
- Construcción de escenas: causa y efecto claros en cada gesto.
Pasos del ejercicio
- Prepara el terreno. Elige un espacio cotidiano (cocina, pasillo, armario). Anota tres sonidos posibles. Define un objetivo urgente del protagonista y un tabú doméstico. Regla: la casa no es mágica; el miedo nace de indicios reales.
- Escribe la escena. (de 200 a 300 palabras) en tiempo presente. Punto de vista único. Abre en acción. Introduce un motivo sonoro recurrente (goteo, bisagra, respiración). Evita nombrar “miedo” y “terror”. Muestra tensión con luz, temperatura, objetos fuera de lugar y tiempos exactos del reloj. Evita metáforas grandilocuentes; prioriza acciones verificables por los sentidos.
- Giro de presencia. A mitad, repite un detalle inicial pero desplazado: el goteo suena detrás, la puerta se cierra sola, la respiración coincide con la del narrador. No expliques. Muy breves. Cambia el ritmo: frases cortas; verbos de acción. Cierra con un gesto que arruine la seguridad.
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