Ejercicio de escritura creativa: Zoom de personaje

ejercicio de escritura creativa

Un reto breve y poderoso para afinar punto de vista. Escribes una misma escena tres veces, acercando la “cámara” hasta oír la respiración. Practicas foco, voz y ritmo sin perder verosimilitud. Ideal como práctica de escritura diaria y para desbloquear escenas difíciles.

Qué trabajarás

  • Punto de vista: eliges quién mira y con qué distancia.
  • Focalización: filtras datos según lo que el personaje sabe.
  • Ritmo: alternas zoom y corte para crear tensión.
  • Verosimilitud: anclas la escena en detalles comprobables.

Pasos del ejercicio

  1. Prepara la toma. Elige una escena simple: abrir la puerta, pagar en caja, enviar un audio. Fija un objetivo claro del personaje y un obstáculo físico. Define un “tabú” interno que no quiere admitir. Máximo 100 palabras por versión (total 300 palabras).
  2. Versión A: plano general. Narrador externo (voz fuera de la mente). Distancia larga. Describe lo visible a dos metros. Nombra acciones, luz, temperatura y objetos en plano. Evita pensamientos. Incluye un tiempo exacto: “18:03”. Ajusta ritmo con frases medias y una enumeración. Cierra cuando el objetivo tropiece con el obstáculo.
  3. Versión B: plano medio. Narrador cercano (apenas roza la mente). Filtra por sentidos: tacto, oído, olfato. Permite inferencias breves. Introduce subtexto con omisiones: lo callado late. Alterna cadencia: una frase larga, dos cortas. Mantén el mismo objetivo y el mismo reloj.
  4. Versión C: primerísimo primer plano. Focalización interna (dentro de la mente). Frases cortas. Verbos precisos. Inserta latidos, microgestos, respiración. Evita adjetivos flojos. Trae el “tabú” desplazado: olor, palabra, tic. Cierra con una acción que cambie la escena.

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Comentarios

12 respuestas a «Ejercicio de escritura creativa: Zoom de personaje»

  1. Avatar de Antonella Rímola
    Antonella Rímola

    Espejo:
    Son las 11:11 horas en el Salar de Uyuni. Hace mucho frío y hay mucho viento, el celular marca que hace 1 grado. Veo a una mujer que se quita su mochila, la deja en el suelo, la abre y saca lo que creo que es su celular. Parece que intentará sacarse una foto, pero de repente pasa una familia cerca de ella y guarda el celular inmediatamente en su bolsillo.

    Una mujer de aproximadamente veinte años, se quita su mochila. La deja en en el suelo y al apoyarla se nota que lleva ropa para varios días. Abre un bolsillo y saca su Galaxy 5. Enciende el celular. Abre la cámara y está por apretar el botón para sacarse una foto. Se peina los pelos despeinados por el viento. Escucha que se acercan personas. Apaga el celular.

    Estoy en el Salar de Uyuni, el espejo natural más grande del mundo. Quiero sacarme una foto. He omitido sacarme fotos en muchos lugares, debido a la vergüenza que me da. Me saco mi pesada mochila, la cual lleva ropa para las dos semanas del viaje. La dejo en el suelo. Saco el celular, el cual está seco y se humedece debido a mis manos transpiradas. Escucho gente acercarse. Pienso en la promesa que me hice al viajar en el avión y experimentar un ataque de pánico y les pido que me tomen una foto. Mientras poso, vuelve el pensamiento de ‘sos narcisista’, pero inmediatamente lo refuto con la ides de que solo es una forma de hacer que, en el futuro, el recuerdo surja más fácil.

  2. Avatar de jaime cadavid amaya
    jaime cadavid amaya

    EL ESPEJO
    Mi padre nunca supo que lo vi una vez desnudo.
    yo estaba afuera en la habitación siendo el espejo el que me mostró su piel arrugada y débil.
    Como pude, me retiré a mi habitación en la habitación vecina esperando no ser descubierto.
    Aun siento la tristeza y la incredulidad de quien como yo, pensaba que mi padre siempre era ajeno al paso de los años.
    Mucho tiempo después supe que ese día, él se estaba cambiando de vestido, pues en el almuerzo sus manos temblorosas no permitieron terminar de tomarse la sopa que mi madre le había hecho por la mañana.
    Ella le puso ropa limpia, no quería que su hijo lo viera sucio, ni viejo, ni arrugado.
    Lloré en mi pieza esa noche en silencio pues pensaba que estaba enfermo o muerto
    Pero no, eran solo arrugas, solo el paso de la vida.
    Mi madre desde entonces cierra la puerta por consideración a su cuerpo y a su dignidad
    Y le ayuda con su sopa.
    Y el se pone sus mejores ropas sin saber lo del espejo
    Ahora sé que se dio cuenta, pues alcanzó a oírme llorar desde su corazón de padre.
    Nunca dijo nada, solo se arreglaba el cuello de la camisa con sus dedos arrugados.
    Sentí que junto a mi madre éramos cómplices de su vida.

  3. Avatar de Fernanda
    Fernanda

    Noche de secretos
    Miércoles 00:00, una lluvia torrencial; en el terminal de trenes, sale el último tren que lleva cinco personas: tres mujeres, un niño y un hombre. Una de las mujeres lidiaba con el niño. Por el otro lado, la segunda mujer, de una edad adulta, y la tercera mujer, una versión más joven, tenían una guerra de miradas, miradas que develaban secretos. El hombre observaba todo a su alrededor y escuchaba la lluvia que caía afuera.
    Me subo al último tren de las 00:00, veo a una joven mujer sentada junto a la ventana, vestida con un vestido rosado con pequeñas flores blancas y un saco blanco; está ahí tranquila leyendo un libro. Me siento al frente; ella alza su mirada y se topa con mis ojos que la analizan; ella abre con asombro sus ojos al darse cuenta de que sé su secreto.
    Bajo corriendo las escaleras de la terminal de trenes; son las 00:00, está por salir el último tren. Respiro porque llegaré a casa antes que mi novio. Me siento junto a la venta, abro mi libro, siento que al frente se sienta una mujer no tan joven, siento su mirada clavarse en mí, mi corazón late con intensidad, alzo la mirada y es ¡¡ella!! La esposa de Mauro y, por su forma de mirar, sé que sabe mi secreto, sabe que soy la amante de su esposo.

  4. Avatar de Carolina Lizarazo Torres
    Carolina Lizarazo Torres

    LA CITA

    La noche tibia y fresca se insinuaba perfecta, con un cielo sereno que, junto a un séquito de estrellas, se asomaban por la ventana, como si fuera un cuadro puesto a propósito para realzar la romántica atmósfera que se respiraba, especialmente en la mesa de Efraín y su acompañante.
    Mientras el piano sonaba con cadencia, y el reloj marcaba las 7:06 pm, el hombre con un disimulo que sólo el creyó, miró desconcertadamente el valor de la cuenta. Después de lo que dijo, la mujer paró de sonreír como si le hubieran arrancado vorazmente la alegría que llevaba puesta.

    El implacable tictac del reloj anunciaba que eran las 7:06 pm, momento en el que todo sonido se volvió imponente y lento. Su mano temblorosa agarraba aquel papel que no se cansaba de mirar a modo de súplica, para que por favor fuera otro el valor a pagar.
    El corazón le latía ardientemente para recordarle que el tiempo corría y algo debía hacer. La respiración entrecortada, y algo imperceptible, pedía casi a gritos algo más de aire.
    Todos los sonidos se agolparon frenéticamente en él, hasta que, tras pronunciar unas palabras, el silencio se sentó en la noche.

    Miro el reloj, las 7:06 pm. Reviso la cuenta con disimulo. ¿Qué hago? No me lo esperaba. No puedo dejar que ella… ni hablar, el hombre es el que paga.
    ¿Qué me pasa? ¿Por qué tiemblo?, me siento mareado, me falta el aire…contrólate.
    ¿Se habrá dado cuenta? No creo, no para de mirarme con aire de enamorada… tal vez… sí le digo, lo entiende. Será mejor confesar que salir corriendo.
    Cuando me arrojo a decírselo, ella deja de sonreír, me dice que no pasa nada, paga y se va. Ahora el silencio y mi vergüenza son quienes me acompañan.

  5. Avatar de jose arevillaga
    jose arevillaga

    LA TORMENTA

    Estoy a unos pasos de la entrada de mi casa, la noche es fría, la luna se esconde abrigándose entre las nubes, entro con el cansancio del día sobre mi cuerpo, mi mente lo resiente más, me preparo algo ligero para comer mientras veo mi programa habitual en la televisión, la luz esta apagada, destellos en ráfagas brillantes anuncian que se avecina la lluvia, los estruendos de pronto interrumpen el sonido dando aviso que la tormenta está por iniciar, la corriente eléctrica es la primera víctima de la noche.
    Las ventanas son golpeadas como un intruso queriendo entrar en un ritmo desesperado, cada gota parece mas gruesa que la otra estrellándose sobre el cristal, las sombras caminan de un lado a otro como acechando en el más mínimo rincón de la sala, cada parpadeo luminoso las delata, de pronto pasos sobre la escalera revelan la presencia de un ser que baja muy lentamente, sus ojos centelleantes en un color terrorífico son petrificantes, su jadeo es reconocible, solo es mi querido compañero canino de cuatro patas, juntos presenciamos ese concierto tenebroso que en ocasiones nos brinda la naturaleza, gritos tan espeluznantes como abrumadores llenan nuestros oídos a la distancia, el silbido del viento puede parecer un ser atormentado y afligido, la temperatura desciende debido a la bruma haciéndome temblar ligeramente, es su forma de preparar el terreno para continuar engañando a mi mente haciéndole cobrar vida a las siluetas y cambiando de forma a las cosas.
    Al parecer será una larga noche de tormenta, talvez si no tuviera compañía el miedo me haría rendirme ante las ilusiones, de pronto la luz regresa, el viejo Zeus se acomoda sobre el sofá, mientras yo estoy de vuelta con mi programa.

  6. Avatar de Susana Restrepo
    Susana Restrepo

    Rubén

    Esteban miró en su dirección. La luz del pasillo iluminaba su frente empapada en sudor. El aire acondicionado de las oficinas no le hacia frente al calor barranquillero. Esteban salió de su inercia y empezó a caminar con seguridad. Caminó por el largo pasillo ignorando a quienes se iba encontrando en el camino. De repente, se detuvo frente a ella, incapaz de hacer ningún movimiento. Dio media vuelta y se alejó derrotado.

    Diana

    Vi pasar a Esteban a eso de las 2:00 pm. Nos encontramos en el pasillo del séptimo piso mientras yo iba de vuelta a mi cubículo. Lo saludé levantando la mano. Solo me devolvió una media sonrisa. A su paso, impregnaba el pasillo con el olor de la mojarra que habíamos comido en el almuerzo. Vi que se detuvo detrás de mí. Dio media vuelta y se alejó derrotado.

    Esteban

    Miré en su dirección. Podía sentir el sudor en mi cara. Decidí armarme de valor y caminar hacia ella. No podía evitarlo más. Me encontré con Diana en el pasillo. Me sentía invadido por la vergüenza, así que solo pude devolverle una media sonrisa cuando me saludó. Sé que pudo sentirlo. Estoy seguro que ella pudo sentir el olor a mojarra del almuerzo que se había quedado impregnado en mi ropa. Decidí ignorar esto y seguir adelante. Al fin llegué a mi destino: la puerta del baño. Me detuve un momento y pensé: “¿Estoy loco? No puedo ir al baño en la oficina”. Di media vuelta y me alejé derrotado.

  7. Avatar de Tatiana Díaz
    Tatiana Díaz

    La tabla
    Era una noche tranquila en este pequeño pueblo nórdico. A las 11:00 pm, la oscuridad solo era interrumpida por las amarillentas luces de los postes callejeros. Algo sucedía en aquel edificio de apenas dos pisos y cuatro apartamentos. Una sirena se escuchaba a lo lejos y de repente se ubica en la entrada principal. Poliisi se lee en las puertas con distintivos oficiales. Un hombre y una mujer uniformados bajan del coche y llaman a la puerta.

    Erlend y yo estábamos durmiendo. Eran las 11 de la noche. ¿Quién podía ser a esta hora? Erlend abre y me dice: Es la policía. De inmediato me puse la bata y salí para ver qué estaba sucediendo. Comenzaron a preguntarle cosas en finés. Yo no entendía un pepino lo que decían, pero sonaba grave. ¿Cuándo fue la última vez que viste al vecino? Me preguntó Erlend. —La semana pasada— respondí con duda. Realmente no lo recordaba. Tras una corta conversación Erlend cerró la puerta de nuestro apartamento y la policía golpeó en la puerta de nuestro vecino.

    Como buena chuzma quedamos atentos a lo que sucedía. No había ni un metro entre la distancia del apartamento contiguo con el nuestro. Todo se escuchaba. Golpearon dos, tres, cuatro veces. Nadie respondió. A veces hacíamos conjeturas con Erlend sobre lo sucedido. Alcanzamos incluso a bromear con que el vecino estaba cogiendo con alguien y por eso no abría la puerta. Desde la ventana de nuestra sala se veía la entrada del edificio. El coche de policía continuaba allí cuando apareció un carro negro del que bajaron dos personas vestidas de negro también. Cargaban una tabla metálica de dos metros de largo. Mi respiración se agitó y el pánico me invadió tras ver el rostro de nuestro vecino abrazado en la tabla metálica, listo para su último viaje.

    1. Avatar de santoago90

      Muy buena tensión. Y la situación planteada es interesante, porque la personaje no habla el idioma. Buena chusma jajaja. Recomiendo tan solo dejar pistas de qué le pudo pasar a Erlend. Buen trabajo!

  8. Avatar de MARY MENDEZ
    MARY MENDEZ

    LA CAJA

    A las 4:17 p.m., Lucía se detuvo frente a la puerta de la casa, la misma que había dejado atrás cuando había comenzado la universidad. En la repisa: un reloj, una taza vacía y en el sillón un libro abierto, una bufanda. La luz entraba oblicua por la ventana. Dió un paso, proyectando su sombra sobre el piso de madera. La caja de cartón bloqueaba el umbral. Se inclinó, tocó la tapa. Dudó. Permaneció quieta unos segundos sin mirar el interior.

    La madera crujió bajo sus pies. El silencio realzaba su ausencia. Lucía rozó la bufanda con los dedos: olía a lavanda. El silencio era denso, como si la casa respirara. Una cortina se movía apenas, empujada por el viento. No miró la foto enmarcada sobre la mesa. No quiso. La caja tenía polvo acumulado en las esquinas. Su mano tembló al levantar la tapa. Un rayo de luz se filtró por la rendija, iluminando el interior con una claridad inesperada.

    No. No lo mires – se dijo – con el pulso acelerado. Esa bufanda. ¿Siempre estuvo ahí? Huele a lavanda. Mamá usaba lavanda. Papá no. Papá nunca. ¿Y la caja?, de cartón áspero, pero con detalles femeninos. Sus manos temblorosas deslizándose sobre la tapa. Una Foto. No. No es mamá. Es otra. Otra mujer. Sonríe. Lucía retrocede. Cierra la puerta. No llora. Un suave suspiro al exhalar. Se detiene para procesar lo que ha visto. Aún no es el momento. No aún.

  9. Avatar de Andrea Lamas
    Andrea Lamas

    VERSIÓN A:

    José hace la compra semanal como de costumbre en el supermercado de su barrio, una sucursal de una gran cadena sobre la calle Gianastasio. Cuando llega con su bolsa a la fila de la caja observa un poco por delante al hombre que hace grandes ademanes con sus manos, de rostro endurecido, algo enrojecida su piel de la cual salen grandes gotas de sudor. Delante de este hombre dos mujeres, una la cajera, la otra seguramente una supervisora que acudió en ayuda de la primera. Ambas hacen suaves gestos, y sus rostros denotan firmeza.

    VERSIÓN B:

    José agudiza su oído para entender un poco qué es lo que está sucediendo en la caja. La cajera le está explicando a quien la supervisa, que el cliente pretende llevar una promoción que ya no está vigente; que ha intentado explicárselo y él no atiende razones. El hombre de los grandes ademanes alega aún con voz dura, que el producto en la góndola continúa a precio promocional y que él no aceptará pagar otro precio. José lamenta que este incidente le haga retrasarse mientras se esfuerza en oír a la supervisora que ahora le explica al señor, suavemente, demostrando gran experiencia con público, que enviará al cadete a comprobar qué precio figura en la góndola del producto.

    VERSIÓN C:

    ¡Es una vergüenza que estas cosas pasen en este barrio! Desde que la cadena compró el supermercado han puesto más normas que ganas de atender a la gente; éstas dos hacen su trabajo sin ganas, como si nos estuviesen haciendo un favor, esto antes no pasaba…ahora vuelve el chico…al final tenía razón el pobre hombre, ¡y yo retrasado por nada!

  10. Avatar de Miss Yaguarlocro
    Miss Yaguarlocro

    El Baile Miss Yaguarlocro
    1.-La noche está clara; hay luna llena. Son las 21:45. Desde mi ventana fisgoneo entre la cortina. Está vestida de rojo: el hombro descubierto. Se pone un collar que le combina con los aretes de rubí; se agarra el cabello con una peineta de flores blancas que brillan. Ella se mueve frente al espejo y levanta los brazos. Está muy delgada; la miro: es casi una niña. ¿Qué dirán al verme con ella? Mi traje es impecable; la camisa blanca me ciñe bien y combina con mis canas. Mi cita es a las 10; estoy nervioso.

    2.-El olor de su perfume sale al pasillo. Cierro los ojos, me imagino su cabello recogido dejando ver su espalda blanca desnuda. Me dijo que el vestido será rojo, me como un chicle tal vez hoy pueda besarla. Timbro y espero instantes muy largos, me mira, sonrie y entrelaza sus dedos con los mios, mi corazón se paraliza, quiero gritar, pero solo nos vamos.

    3.-La música suena, esperé mucho tiempo este momento, siento el mismo olor al perfume que hace años le regalé, desde lejos ella me sonríe, baja la mirada me dice ven, la abrazo fuerte, bailamos muy suavecito, siento su cuerpo moverse exactamente como la música, estoy en las nubes. Si mi esposa se entera que estamos juntos, me encadena en la mazmorra. «¡No digas nada, esta noche es nuestra!»

  11. Avatar de Gabii Escobar
    Gabii Escobar

    La lluvia cae fría y letal sobre mi, empapando cada rincón de mi cuerpo. Mis lágrimas se funden con cada gota, el dolor en mi pecho no me deja respirar con normalidad, si hace frío no lo noto, es más fuerte la presión que siento en mi pecho.
    Camino sin rumbo fijo, mis pies se mueven solos, por instinto, la mente nublada y esos pensamientos invasivos que se hacen presente.

    Me detengo en medio de un camino de tierra, árboles al rededor y un pequeño lago a unos cuantos metros, deslizo mi espalda en el tronco de un gran árbol protegiéndome de la lluvia aunque la verdad no me importaba si me mojaba o no. Levanto la manga de mi jersey mirando mis brazos, aquellas pequeñas cicatrices que tienen historias no contadas, están blancas, casi invisibles, pero yo sé que están allí. Son parte de mi, son mi historia, aquello que he callado durante toda mi vida, son mis miedos y mi dolor. Pero este dolor que siento hoy no está marcado en mis brazos, está marcado en mi alma y será para siempre. Se fue la persona que más he amado en esta vida y que jamás podré abrazar de nuevo.

    Me quedo allí sumida en la oscuridad, bajo la lluvia sin poder dejar de llorar.

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